martes, 16 de noviembre de 2010

EL PUEBLO SAHARAUI Y LA REALIDAD












Estimados amigos y amigas:
Intentaré ser breve porque la situación de los saharauis ya no necesita de palabras, sino de acciones.
“De aquellos polvos vienen estos lodos” y España, sigue hoy estando en medio de un conflicto interno de un país por culpa de una descolonización que fue un abandono, en toda regla, de los habitantes del Sahara y sus territorios a dos dictaduras: Marruecos y Mauritania y no a sus auténticos e históricos propietarios. Estoy convencida que la pasividad de los españoles hace 35 años cuando ocurrieron los hechos, por otro lado normal ante la situación política de ese momento en nuestro país, es lo que nos mantiene a lo largo de los años con la conciencia intranquila.
A pesar de lo dicho, opino que este Gobierno está obligado, por esa vergonzante historia, por su conciencia democrática y estrecha relación con los derechos humanos y por la injusticia en sí misma de los hechos, no sólo a la colaboración humanitaria, sino a denunciar en el ámbito internacional el oscurantismo, la injusticia que sufre el pueblo Saharaui, la humillación y maltrato de ciudadanos españoles, a seguir trabajando para una solución justa y definitiva por parte de las Naciones Unidas y a apremiar para que este conflicto se solucione cuanto antes.
No deja de sorprenderme esta derecha española, las declaraciones y actuaciones interesadas e intencionadas que está haciendo. Los socialistas siempre hemos defendido la autodeterminación del pueblo Saharaui y así lo hemos hecho en todos los órganos internacionales, pero Rajoy y González Pons… ¿Sabemos que piensan más allá de enturbiar la vida política? ¿Más allá de frases grandilocuentes? ¿Más allá de pedir reacciones más contundentes? Reacciones como la de Perejil, podemos preguntarnos, para tener una rápida respuesta de estas simples preguntas.
Es un error dejarnos llevar por esa idea interesada de que es un conflicto bilateral. No es así, o es Naciones Unidas, el que se le tira encima a Marruecos hasta que se rindan a favor de los derechos humanos o no harán caso a ninguna acción diplomática aislada.
Amigos y amigas la realidad es compleja, no sólo a nivel diplomático, donde España hace esfuerzos casi en soledad por los saharauis en el marco de conflictos internacionales que interesan o preocupan más a la siempre extraña “diplomacia” internacional. Hay, además, muchos intereses por parte de España para que haya paz en ese territorio, desde relaciones comerciales y económicas, de seguridad en la lucha contra el terrorismo islamico, en la lucha contra el narcotráfico y en la gestión conjunta de los flujos migratorios, por eso es necesario una actuación diplomática unida y fuerte que le tuerce el brazo a un gobierno autoritario que está masacrando a un pueblo que les molesta por las razones más diversas. Aunque quiera, España sola no puede, por eso la presión se traslada esta semana a las Naciones Unidas con la esperanza que, más allá de las palabras de compromiso, se tomen determinaciones al nivel de la gravedad de los hechos y de acuerdo con el sufrimiento de este pueblo que ya no puede esperar mas. Esa es mi esperanza, por el bien del pueblo Saharaui y por la parte de responsabilidad histórica que todos y todas, llevamos sobre nuestras espaldas, aunque algunos la ignoren descaradamente o la manipulen repugnantemente, según convenga. Estos lodos, son de todos y no hay nada más repudiable que algunos hoy, intente sacudirse impunemente, aquellos polvos.

En la esperanza que la ONU esté a la altura de las circunstancias, les dejo un fuerte abrazo.


Gloria Calero

4 comentarios:

Juan Azurrán Iniesta dijo...

Se supone que hoy debería estar de visita oficial en España el ministro marroquí de Interior, Taieb Cherkaui, un acto de cortesía para devolver la visita de Rubalcaba en agosto, cuando fue a apagar el incendio político de Melilla. A tan cortés enviado le preceden los improperios del gobierno del sátrapa, aquellos en que calificaba a la prensa española de mantener una “actitud irresponsable” en su cobertura informativa sobre los sucesos del campamento saharaui arrasado a sangre y fuego (y no es una metáfora) por sus esbirros. Un gobierno que busca a los periodistas, escondidos en sus madrigueras, para impedir que cuenten al mundo la tragedia que está ocurriendo en El Aaiún. Porque contar la verdad es un hecho “irresponsable” en las dictaduras.

Creo que esta es una patata caliente para la que el gobierno español no tenía previsto un Plan B. Como tampoco tenía prevista la deriva tan disparatada que acabaría tomando este asunto: que el Partido Popular, representado por su vicesecretario de Comunicación, González Pons, sacase pecho en la cabecera de la manifestación del sábado pasado en apoyo del pueblo saharaui. Vale, ya sabemos que a González Pons el pueblo saharaui le importa una higa, que su guerra es con el régimen marroquí, pero este sólo dato, ¿no sería suficiente para pensar que el gobierno de Zapatero está llevando posiblemente la peor gestión posible de esta crisis?

saludos
Juan Azurrán Iniesta

Ana Matos dijo...

Ha pasado ya más una semana desde que empezó la represión de Rabat y el Gobierno, en boca de la ministra de Exteriores, aún hoy se escuda en la “cautela” por “la dificultad que tenemos en este momento por conocer exactamente lo que ha ocurrido”. Es cierto, aún es difícil saber qué pasa en el Sáhara Occidental. Pero “la dificultad” no es culpa del mal tiempo, sino la consecuencia de la política de silencio impuesta por Marruecos, que bloquea a la prensa mientras miente de forma grosera a la comunidad internacional. ¿Dónde quedó aquel Zapatero cuya primera orden como presidente del Gobierno fue retirar las tropas de Irak?

saludos

Ana Matos

Clara Garzón dijo...

Es innegable que la crisis está revolucionado el conocimiento de la geografía, que era una asignatura que siempre se nos atragantaba cuando se trataba de citar las capitales de África. Modestamente, nuestras autoridades pretenden dejar las cosas claras, y de ahí su insistencia en que España no es Grecia, revelación que ahora se ha visto complementada con nuevas aportaciones extraídas directamente del mapa mundi. España, al parecer, tampoco es Irlanda y, por supuesto, no tiene nada que ver con Portugal, donde además hay que atrasar los relojes una hora al cruzar el Duero. El asunto cartográfico tiene tanta importancia que es la causa del sufrimiento de los saharauis, que llevan 30 años proclamando que no son Marruecos y a los pobres no les cree ni el Gobierno español.

Nuestros esfuerzos están centrados en convencer a los mercados de que en España no está el Partenón, ni se cantan fados con una pinta de guinness en cada mano. El problema es que los mercados tienen nociones geográficas muy básicas, y sólo aciertan a situar con precisión la Citi londinense, Wall Street y la lista completa de los paraísos fiscales. De ahí la que la propia Unión Europea esté en vilo, ya que como esto siga así el los siguientes pasos consistirán en explicar que Italia no es España o que Gran Bretaña no es Italia, y eso, al precio que están las clases de la materia, no hay euro que lo soporte.

De momento, enseñar geografía a los mercados nos está saliendo por un riñón. Les ha costado un pico a los funcionarios, a los pensionistas, que han pagado ahora y seguirán pagando en el futuro, a los dependientes y al propio Gobierno, que o consigue que a Rubalcaba le funcione la varita o se irá a la oposición en un abracadabra. Ya veníamos apoquinando para salvar a los bancos, a la industria del automóvil o a las concesionarias de autopistas, pero cómo se demuestre que Irlanda era Grecia y Portugal era Irlanda nos vamos a enterar de verdad de cuánto vale un peine, porque no hay ajuste de caballo que no pueda ser de elefante.

Ayer mismo era el ministro Blanco el encargado de dar la lección. Irlanda, vino a decir, no se parece a España ni en el clima, quitando la parte de Galicia. Estamos expuestos a unos ignorantes en geografía, que al final se salen con la suya. Así no hay quien pueda.

saludos

Clara Garzón

Clara Garzón dijo...

Es innegable que la crisis está revolucionado el conocimiento de la geografía, que era una asignatura que siempre se nos atragantaba cuando se trataba de citar las capitales de África. Modestamente, nuestras autoridades pretenden dejar las cosas claras, y de ahí su insistencia en que España no es Grecia, revelación que ahora se ha visto complementada con nuevas aportaciones extraídas directamente del mapa mundi. España, al parecer, tampoco es Irlanda y, por supuesto, no tiene nada que ver con Portugal, donde además hay que atrasar los relojes una hora al cruzar el Duero. El asunto cartográfico tiene tanta importancia que es la causa del sufrimiento de los saharauis, que llevan 30 años proclamando que no son Marruecos y a los pobres no les cree ni el Gobierno español.

Nuestros esfuerzos están centrados en convencer a los mercados de que en España no está el Partenón, ni se cantan fados con una pinta de guinness en cada mano. El problema es que los mercados tienen nociones geográficas muy básicas, y sólo aciertan a situar con precisión la Citi londinense, Wall Street y la lista completa de los paraísos fiscales. De ahí la que la propia Unión Europea esté en vilo, ya que como esto siga así el los siguientes pasos consistirán en explicar que Italia no es España o que Gran Bretaña no es Italia, y eso, al precio que están las clases de la materia, no hay euro que lo soporte.

De momento, enseñar geografía a los mercados nos está saliendo por un riñón. Les ha costado un pico a los funcionarios, a los pensionistas, que han pagado ahora y seguirán pagando en el futuro, a los dependientes y al propio Gobierno, que o consigue que a Rubalcaba le funcione la varita o se irá a la oposición en un abracadabra. Ya veníamos apoquinando para salvar a los bancos, a la industria del automóvil o a las concesionarias de autopistas, pero cómo se demuestre que Irlanda era Grecia y Portugal era Irlanda nos vamos a enterar de verdad de cuánto vale un peine, porque no hay ajuste de caballo que no pueda ser de elefante.

saludos

Clara Garzón