lunes, 27 de junio de 2011

COSPEDAL… EL NO-DO EN COLORES




Estimados amigos y amigas:
Dª María Dolores “de” Cospedal, marchando bajo palio y vestida de luto, con teja y mantilla acompañando el lento andar de la custodia de Arce, por las calles impregnadas por el aroma de tomillo, romero y cantueso y adornadas con tapices, mantones de manila, reposteros, flores, guirnaldas y cubiertas con los típicos toldos. ¡Creí estar viendo imágenes del pasado! pero NO eran imágenes con un realismo espeluznante.

No estoy en contra de las procesiones. Todo depende de dónde se ubica la autoridad civil, así de sencillo. Se puede y se debe ser respetuoso sin necesidad de pegarse al incienso, marchar bajo palio y convertir los sentimientos religiosos individuales en una actividad pública, mezclando política y religión. Lo de Cospedal en Toledo fue una reedición del NO-DO pero en colores. Lo peor de nuestro pasado en el más triste de nuestro presente.

Nunca he compartido ese afán de muchos políticos de cualquier ideología a salir en procesiones, siempre bajo argumentos fatuos de “presencia…”, “representatividad…” pocos, diría yo que por motivos “religiosos”. La Sra. en cuestión es el ejemplo tipico de doble moral y presencia falsa, por no llamar religiosidad por conveniencia, por la mañana, se levanta, se pone delante de las cámaras de TV diciendo barbaridades, insultando al que se pone por delante sin más miramiento, mintiendo sin ningún pudor, manipulando la realidad sin ningún apego a la ética y la moral y por la tarde, como quien muta de cargo, persona y conciencia, se pone la “teja y la mantilla”, con ojos llorosos y mano en pecho detrás del Santo, marcha como la dolorosa haciendo de su supuesta devoción y catolicismo un ejemplo. Eso para mi, es una OBSCENIDAD por parte de quien lo hace y de quien lo consiente, el clero. Un clero que es beligerante contra cualquier progreso, pero permisivo ante todo retroceso. Obispos y Cardenales que hacen valer su estatus para criticar cuando el gobierno de Zapatero aumenta derechos individuales y colectivos, pero que se guarda a buen recaudo los beneficios que recibe y calla ante hechos de corrupción y falta de ética de aquellos que por su ideología se sienten más a gusto, y que terminan utilizandose mutuamente, la derecha.

Quizás uno de los temas de debate más viejos de la historia, pero que tiene una dialéctica perversa, los Obispos, los curas, la iglesia, puede entrometerse en los asuntos de Estado, eso no es política, pero el Estado no puede entrometerse en los asuntos eclesiásticos, eso sí es política. España es un claro ejemplo en esto: En relación a la ley de educación para la ciudadanía, todos recordaremos la demonización que hizo la iglesia apoyada por la derecha de dicha Ley, Zapatero afirmó: “Una jerarquía eclesiástica que se opone a que se enseñen los valores constitucionales no se merece que la sociedad contribuya a su financiación”. Y remarcó: “Los principios laicos de nuestro Estado aconfesional hará que se cumpla ley porque ninguna fe puede oponerse a la soberanía popular, que reside en el Parlamento, ni a las leyes que de la misma dimanan”.

Algún día avanzaremos en serio en un Estado democratico y LAICO

Lo de Cospedal no ha sido un exceso inocente. Ha sido una actuación política pensada y diseñada para marcar el rumbo de la “nueva política” con que amenaza la derecha. Una política con la que espera contar, con la iglesia y todo su inmenso poder mediático. Lo de esta Sra. más allá de lo dicho, ha sido el primer acto electoral para las próximas elecciones generales, eso es lo que ha sido El NO-DO rodado en Toledo.

No me disgustan las procesiones, al contrario me gusta verlas, lo que me disgusta es lo que se organiza detrás de ellas, una derecha dispuesta a arrasar con todo pluralismo, derechos, garantías y libertades que no coincidan con su ideología, bendecida por la Iglesia y diferentes poderes en su inmensa mayoría en manos conservadoras, neoliberales o directamente de derechas.

Un saludo
Gloria Calero

4 comentarios:

Vicente Más dijo...

Para abundar más en la escenificación, quienes hayan visto ayer la primera parte del debate por Televisión Española contaban con un dato añadido de sumo interés: en una ventanita, abajo a la derecha, una señorita enlutada iba traduciendo al lenguaje de los sordomudos el discurso de cada compareciente. Como la lengua de señas es una combinación de signos precisos, acompañados de un lenguaje corporal que reproduce emociones y actitudes, los “hablantes” de ese lenguaje parecen actores que van representando, más que describiendo, un discurso. Lo vivía tan bien, con tanto realismo, tan profesional ella, que con solo verla te dabas cuenta de que Mariano estaba relatando los últimos días de la existencia de la nación española.



Cada vez que el profeta del Apocalipsis pronunciaba las palabras clave de su discurso: calamidad, calvario, agonía, grotesco, desconfianza, ineficacia, gobierno a la deriva, agobio, tragedia, paro, deuda, debacle… daban ganas de ir corriendo a llevarle una tila a la señorita que se contorneaba y se echaba las manos a la cabeza, casi lloriqueando, de cómo se le acumulaban a la pobre las desgracias que debía transmitir. Otras veces, se me antojaba que estaba jugando al Pictionary con nosotros, gesticulando desesperadamente porque no entendíamos que esa escenificación con los dedos, como de estar a dos velas, quería decir que España está en bancarrota, so bobo, que no vuelvo a jugar contigo nunca más como no pongas más atención.



No hay derecho. Casi rozó el infarto, porque ella se lo creía, porque desconocía que toda aquella representación era mentira, que se trataba de la misma obra de ficción que vienen representando con éxito de banca y público Rajoy y Zapatero a lo largo del año: que la salvación de España, la purga de Benito (en este caso Mussolini), pasa por un adelanto de las elecciones.



La de esa señorita sí es una profesión de riesgo, y no la mía. Yo, al menos, para soportarlo me receté varias dosis de ribeiro fresquito con las que poder enfrentarme a la posibilidad lejana de que la alternativa a Zapatero es Mariano Rajoy. Y funcionó. Ya soy otro hombre, con la bodega hecha unos zorros, pero un hombre nuevo.
saludos

Vicente Más

Juan M. Callao dijo...

Todos los diputados son unos miserables políticos. Es patente que, aun siendo tramposo el discurso de ayer de Zapatero – que parte de y termina en la injusticia capitalista, pero estuvo maravillosamente estructurado y lleno de contenidos, para ellos, ortodoxos – si todos los diputados quisieran, si se lo propusieran en bloque, la terminación de la crisis y del desempleo de tantos españoles sería no solo posible, sino bastante fácil. Pero prefieren seguir en sus torres de marfil y egoísmo, prefieren increparse sobre el pasado y no buscar soluciones para el presente y futuro. Lo que estos representantes hacen es la negación de la democracia de la manera más abyecta e impura.

Dice Zapatero que hay que repartir con la mayor equidad el coste de la crisis, pero no lo ha hecho ni parece por lo dicho que vaya a hacerlo. Es rechazable que Zapatero legitime su actuación en defensa del durísimo sistema de los débiles frente a los poderosos amparándose en la evitación de la quiebra social, como si ésta estuviera en peligro. Es el truco y argumento de todo aquél que justifica la injusticia desde la filosofía del miedo. Quieren llamar justicia social a la caridad. Resulta asombroso que nadie hiciera ni la menor mención a la práctica impunidad de las clases pudientes y su fiscalidad, verdadera clave de la insatisfacción social. Y tiemblen: Rajoy, por su parte, repitió que las reformas hay que hacerlas, pero de verdad. En cualquier caso, la diferencia profesional entre Zapatero y Rajoy es como la que pueda existir entre alguien moderno y acoplado a su tiempo, y alguien que no va más allá de representar a un miembro de casino provincial del siglo XIX.

Hasta en la emocionada y exquisita despedida del Presidente Zapatero fueron incapaces del menor reconocimiento, ni uno se levantó, ni un solo aplauso de quienes no eran del Partido Socialista. Ni un gesto de humanidad, el odio en los cuerpos, y les faltó tiempo para salir a los pasillos frente a las cámaras, y decir lo que ya desde días anteriores sabían que iban a decir. ¡Qué vergüenza de diputados! Porque lo de los aplausos constituyó un auténtico fanatismo llevado al paroxismo. Les da igual lo que digan. Lo grave es que a los ciudadanos también les da igual ya lo que digan todos ellos.

Porque, ¿ha sido servido para algo el debate, ha sido útil?

saludos

Juan M. Callao

Joana Coixet Mullet dijo...

Mi apuesta: Mariano Rajoy ganará las próximas elecciones con una mayoría holgada, probablemente absoluta. Sin duda, no será por tardes como la de ayer en el Congreso. El término “pato cojo” es incompleto para definir este largo fundido a negro con el que se despide José Luis Rodríguez Zapatero; para cojear, tendría que tener al menos una pierna sana. Incluso así, ante el presidente del Gobierno más derrotado, acosado y cuestionado desde que Adolfo Suárez dejó La Moncloa, Rajoy ha sido incapaz de salir vencedor en un debate del estado de la nación hosco, desilusionante y tan poco esperanzador como una visita al dentista.

Zapatero intentó ayer un imposible: reconstruir su discurso enlazando tres puntos difíciles de anudar. Uno: sus promesas de que la crisis no la pagarían los más débiles. Dos: los casi cinco millones de parados. Y tres: ese recorte social de hace un año, tan difícil de tragar. Tuvo un guiño con las protestas del 15-M al anunciar esa nueva protección para las familias que no pueden pagar su hipoteca. Fue más solvente y convincente que Rajoy por una razón: él no tiene nada que ocultar. ¿Ganó el debate? Depende. Si su rival era el líder del PP, Zapatero volvió a ganar ayer. Si sólo se le pone nota a él, fue como mucho un aprobado raspado.

Mientras tanto, Rajoy perdió otra oportunidad para explicar lo más básico: qué hará cuando gobierne. El programa económico del PP que ayer expuso se resume en tres puntos. El primero: váyase, señor Zapatero. El segundo, redundante con el anterior: España necesita un nuevo Gobierno que transmita “confianza” a los mercados. El tercero: hacen falta “reformas de verdad”. ¿Cuáles? No cambien de canal. Lo sabremos justo después de votar.
saludos

Joana Coixet Mullet
Buenos Aires
Iberia

María Novoa Paz dijo...

Mañana iré a la madrileña plaza de Chueca para asistir, por primera vez, a un concierto “silencioso”. Tengo curiosidad por ver si es posible celebrar una fiesta multitudinaria con auriculares, sin hacer ruido, pero también quiero participar en la campaña de lucha contra el sida y, más que nunca, manifestar mi apoyo a cuantos celebran estos días las fiestas del Orgullo, que este año tiene como lema “Salud e igualdad por derecho”. Porque resulta que, a estas alturas, hay que fortalecer colectivamente las defensas contra dos potentes enemigos de los derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales. Uno es el VIH, que aumenta de manera preocupante entre los jóvenes de este colectivo. Las instituciones tienen que asignar más fondos a las campañas de información sobre los métodos para prevenir la enfermedad. No se puede bajar la guardia en la lucha contra el sida, ni tampoco contra quienes pretenden restringir ciertos derechos adquiridos, tales como la ley que ampara el matrimonio homosexual, pendiente del recurso que el PP interpuso ante el Tribunal Constitucional.
Alentados por la próxima visita del papa, los obispos han hecho un llamamiento a la desobediencia de las leyes que, en su criterio, “no son justas por el mero hecho de haber sido aprobadas por las correspondientes mayorías, sino por su adecuación a la dignidad de la persona humana”. Se refieren, en esta ocasión, al llamado proyecto de Ley de Muerte Digna, pero no es la única que ciertos grupos de presión político-religiosos están dispuestos a invalidar si, tras las elecciones, cuentan con el apoyo de una nueva mayoría gubernamental.

saludos María Novoa Paz