viernes, 30 de diciembre de 2011

2012 MUCHO MÁS QUE UN NUEVO AÑO




Estimados amigos y amigas:
Estoy convencida que muchos despedirán el año que se va con una sensación de alivio. Ese 2011 tan lleno de acontecimientos en todos los ámbitos, seguramente el político uno de los más importante. Recordado por muchos como el peor que anida en su memoria social.
La esperanza y la ilusión brindando por un ¡Feliz Año Nuevo! en noche vieja es, seguramente, el símbolo del más generalizado deseo de bienestar para todos y todas que celebramos, en familia, con amigos, compañeros de trabajo y hasta con aquellos que ocasionalmente nos cruzamos por la calle… ¡Feliz Año! Nos deseamos unos a otros, una y otra vez.
Esa felicidad tan deseada, tan pronto cambia la hoja del calendario, vuelve a sumergirse en las mil y una circunstancias de la vida de todos los días, con sus desafíos, sus contradicciones, sus luchas… por eso este 2012 es mucho más que un nuevo año.
A la vista de las medidas anunciadas por este nuevo gobierno, que parecen mas dirigidas a hundirnos a todos en el miedo, la tristeza y melancolia que en salir de la crisis y cuando el conjunto de medidas comiencen a entrelazarse entre sí y tengan como último destinatario el bolsillo del ciudadano, de las familias, creo que estaremos ante una insensible por no decir inhumana acción de gobierno.
NO HAN SIDO BUENAS NOTICIAS PARA UNA DESPEDIDA DE AÑO NI UN BUEN AUGURIO QUE ME FACILITE QUE MI DESEO DE UN FELIZ 2012 SE CONVIERTA EN REALIDAD.
Aún así desde mi espiritu positivo y con todo cariño, les deseo lo mejor para el 2012, EN LA MEDIDA QUE NO NOS LO PONGAN IMPOSIBLE.
Un fuerte abrazo
Gloria calero

3 comentarios:

Rodrigo Malvar dijo...

El año 2011 ha reunido todos los méritos necesarios para ser recordado como el punto de partida del proceso de desmantelamiento del pacto social y democrático en el que se basaron las constituciones normativas en Europa después de la II Guerra Mundial. El constitucionalismo que hoy conocemos se construyó en Europa sobre el reconocimiento del pluralismo y la incorporación del principio de Estado social en los textos o en la práctica constitucional. A pesar de todas las deficiencias que se puedan atribuir a los sistemas constitucionales europeos, no cabe duda de que, en comparación con otros entornos geográficos, han supuesto un desarrollo histórico de la Constitución como marco jurídico de organización de la convivencia, con capacidad para canalizar y resolver los conflictos sociales y políticos por medios democráticos.

Un desarrollo que se vería ya afectado por el modelo de integración europea seguido hasta ahora, que ha provocado una pérdida de calidad democrática en los estados miembros de la Unión. Pero la crisis económica ha impulsado de manera considerable el debilitamiento de los procesos democráticos internos, generando un sometimiento inaceptable a las decisiones de los gobernantes de los países que tienen mayor capacidad económica y de autoridades de segundo rango de la Unión Europea –desde el punto de vista democrático– que actúan, además, fuera del marco competencial de las instituciones.

La descomposición paulatina de las constituciones estatales supone también la desintegración de Europa como proyecto político coherente con las –hasta ahora– tradiciones constitucionales comunes de los estados miembros. Lo que se está produciendo no es, sin embargo, la “suspensión de la política”, ni los gobiernos que actualmente rigen algunos estados europeos deberían caracterizarse –como se hace habitualmente– como gobiernos “técnicos”. Se trata de gobiernos “políticos” que ocultan bajo su perfil técnico la función que se les ha encomendado: la imposición incondicional de una determinada política limitando así el amplio
saludos

Rodrigo Malvar

Inés Camacho dijo...

Hace menos de un año, al referirse a ciertos recortes aprobados por Zapatero, dijo Rajoy, entonces en la oposición: “A mí, como español, no me gusta que desde fuera me digan lo que tengo que hacer”. Ahora que es presidente del Gobierno, Rajoy no recibe órdenes desde afuera, por la sencilla razón de que las cumple con rapidez y obediencia antes de que se le impartan. Así lo reconoció el ministro de Economía, Luis de Guindos, al justificar la subida de impuestos aprobada el viernes pasado en Consejo de Ministros. “Si no, nos la hubieran impuesto otros”, dijo, en clara alusión a Alemania y Bruselas. A diferencia de Zapatero, que opuso cierta resistencia a los dictados exteriores hasta que lo llamaron a capítulo aquel mes de mayo de 2010, Rajoy no tardó ni una semana en incumplir uno de sus mayores compromisos electorales, el de no subir impuestos. Desde el Gobierno se ha intentado achacar esta decisión a la necesidad de evitar un nuevo ataque de los mercados ante la inminencia de un déficit mayor de lo previsto. El discurso que se promueve a través de los medios afines es que este sí es un Gobierno serio, valiente, que actúa. Sin embargo, cuando estaba en la oposición, el PP rechazaba tajante las subidas de impuestos incluso en momentos en que los mercados se cebaban contra la deuda española. Lo menos que podría hacer el presidente en estas circunstancias, en que ha hecho añicos su contrato electoral y sus ministros se lían con los cálculos sobre la cifra del déficit, es comparecer con urgencia ante el Congreso. Y, si lo tiene a bien, ante la prensa. No hay que olvidar que otra de sus promesas era dar explicaciones a los ciudadanos.
Saludos
Inés Camacho

David de la Torre Esquerdo dijo...

No sé qué me molesta más, si el dineral que gana el rey, la expresión “ejercicio de transparencia”, tener que agradecer a la Casa Real la información que nos da sobre el destino de nuestro propio dinero o la empalagosa complacencia de casi todos los políticos y de algunos periodistas con el desorbitado sueldo del monarca y con su discurso de Navidad, tan normalucho como el de otros años.

El silencio de casi todos los políticos sobre el desmesurado presupuesto de la Casa Real y sobre el disparatado jornal de quienes no son más que funcionarios del Estado (o cónyuges de los mismos) se explica por el miedo a perder sus propios privilegios. Cómo criticar el dispendio del rey sin renunciar inmediatamente a las ventajas económicas de esa casta llamada clase política. El silencio que guardan sobre este asunto algunos periódicos serios me resulta más difícil de entender. No se trata de decir que el rey está desnudo, sino todo lo contrario: que está forrado y que sería bueno —bueno para la supervivencia a medio plazo de la institución— que renunciara a una serie de privilegios, intolerables en un país pobre y en crisis.

Me da igual el presupuesto de otras casas reales europeas. Para juzgar si el sueldo de nuestro primer funcionario es justo no hay que compararlo con el que tiene la reina de Inglaterra (cuya familia por cierto está más fiscalizada que la Borbón), sino con nuestro salario mínimo o con el sueldo de nuestros funcionarios del grupo A. La diferencia entre uno y otro es la que va de un país demócrata a otro que todavía conserva en el tuétano de sus huesos legislativos la esencia no sé si del franquismo o de la economía feudal.
Saludos
David de la Torre Esquerdo