Estimados amigos y amigas:
Algunos sin desearlo, como es mi caso, otros por interés económico y toda su maquinaria de producción de ingresos, otros por fanatismo o real pasión y otros por puro y duro interés político, nos han llevado de nuevo a un debate, yo diría estéril sobre el grado de “españolismo” de los españoles, en base a la figura de los “toros”. La España unida con “la roja” de no hace mas de un mes, en un abrir y cerrar de ojos ha pasado al olvido y ahora la derecha nos quiere volver a meter en el fango que ellos mejor se mueven “España se rompe” con la excusa de los toros. Me parece alucinante, pero como el debate esta ahí y donde sobran opiniones para todos los gustos, esta es la razón, por lo que os doy la mía y he creído oportuno abrir el debate en este blog.
Seré clara desde un comienzo.
No soy partidaria ni de las corridas de toros ni de los toros embolados ni en ninguna otra modalidad,
los toros, estos hermosos animales, sólo me gusta verlos sueltos por el campo, pastando y en paz en su entorno. Es más, no soy afecta y menos alentadora de ninguna fiesta que sea a costa de animales. De divertimentos donde está de por medio el sufrimiento, el dolor y hasta la muerte de un animal, cualquiera sea, y que además eso sea una fiesta para otros. Creo, que como hemos ido avanzando en los derechos humanos, civilizándonos en el trato entre unos y otros, entre unos y otras, como nos estamos sensibilizando en relación a la protección del medio ambiente, también debemos avanzar en el derecho de los animales. Seguramente alguno dirá que un animal, un toro, no es sujeto de derechos.
Pero el avance de la civilización sobre la barbarie es cuando el hombre pasa a otorgarle derechos a quienes por sí mismos no pueden o no saben reclamarlos. Y a eso nos obliga cada vez más la civilización, cuando más civilizado es el hombre. No estoy de acuerdo con la excusa de las tradiciones, pues de ser como las intentan mantener los conservadores, estaríamos aun con los leones y los gladiadores, a mí ya me habrían lapidado en la plaza pública, en el lugar más transitado de mi ciudad habría un horca como método pedagógico de las consecuencias de lo que no se debe hacer. El mundo avanza, las tradiciones son muchas veces manipulaciones interesadas y que ni bien se profundiza en su carcasa, nada guardan de su idea o sentido original,
soy progresista, no lo niego y para mi la vitalidad de una tradición depende de su capacidad para renovarse, cambiando en forma y fondo (a veces profundamente) para seguir siendo útil. Recuerdo las palabras del poeta
Vicente Aleixandre, que destaca esta capacidad creadora de la tradición al escribir en su discurso de recepción del premio Nobel:
Tradición y revolución. He ahí dos palabras idénticas.Por eso más allá de toros sí, toros no, está el toros qué… Y este es el centro de mi reflexión. Creo que no está bien planteado el tema. A mí, profundamente y desde siempre, no me gustan las prohibiciones pero tampoco me gusta que esté prohibido prohibir. Al hilo de mi reflexión, soy partidaria de la toma de conciencia fruto de la reflexión serena y de la decisión mayoritaria en aras de valores superiores o en defensa de virtudes, actitudes, acciones que nos engrandezcan como sociedad y nos eleven en el uso y la aplicación de lo razonable a lo que razón tiene. Pero si por algo nos caracterizamos en esta España de todos, es por ese temperamento que nos posee de reaccionar a lo que se nos “prohíbe” y da pie a que los oportunistas aprovechados como esos “españolistas” con “pecho de lata” como es esta derecha que tenemos que enredan, enmarañen, encrespen, confundan, se atrevan a decir quien es mas español y quien no y desplieguen sus turbias banderas al encontrar una oportunidad propicia.
En muchos sitios de España ni hay plaza de toros ni por supuesto corridas y no pasa nada,
en las Islas Canarias, que son España, se prohibieron en 1991 y no recuerdo reacciones en cadena por parte del PP y la derecha nativa hablando de pisotear tradiciones ni vulnerar patrimonios culturales ancestrales o romper entrañas esenciales al ser español. Y mucho menos intentar llevar a la Cámara que suele cambiar el destino de los pueblos con su legislación hacia el futuro, como es el Congreso de los Diputados, el toros sí, toros no, como si de la sustancia de lo que nos define como sociedad fuera, pero sin embargo, ahora sí, la derecha lleva al congreso de los diputados una propuesta para abrir el debate a nivel nacional, sinceramente creo que los toros les importa poco, lo que quieren es seguir
“señalando” (eso si que esta dentro de sus genes y de su tradición)
quien es buen español y quien no. Hace tiempo que la dialéctica política del PP y la derecha merecen pasar por el filtro de la sensatez. Sea por demagogia, oportunismo, electoralismo o el todo vale del manual de la estrategia política del PP, el politizarlo todo es un grave daño y repudiable actitud por su parte .
Se puede discrepar de la decisión de Cataluña, pero no se debe manipular, están en su derecho y tienen competencias para ello. Ese es el qué del toro que me importa.
Hay un dicho antiguo que dice
"cuando el burro no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas" pues eso.
Un saludo y hasta siempre
Gloria calero
3 comentarios:
El gobierno asegura que aunque "existe la posibilidad de reservas naturales para albergar razas clasificadas en peligro de extinción" en ningún caso sería el caso del toro de lidia, "puesto que las razas de interés productivo se crían en explotaciones ganaderas con otras consideraciones y circunstancias". Aun así, el toro de lidia ya es hoy por hoy una estirpe protegida en el catálogo oficial como raza autóctona, circunstancia que obliga a su fomento y protección por parte de las administraciones.
El gobierno asegura que, con el actual número de animales bravos, y "considerando que existen cinco asociaciones oficialmente reconocidas para la gestión de la raza, se puede afirmar que por el momento no hay situación de riesgo de desaparición de la misma". Eso sí, también se demanda a los empresarios que creen las condiciones de explotación de los animales ya que "es importante que los ganaderos desarrollen un programa de mejora, de acuerdo con la normativa zootécnica".
saludos
Carlos Cáceres
Me da la impresión, de que esto de los toros no tiene mucho que ver con los toros propiamente dichos, ni con la sensibilidad frente los animales en general. Sino con los nacionalismos. Es decir, con la política y con las bajas pasiones. Me da la impresión de que los diputados del Parlamento catalán, a quienes sus partidos dieron en este caso libertad de voto para que no pareciera que iban a votar por razones políticas, votaron esta vez por razones más políticas que nunca, y no, como se dice, por razones de conciencia. Votaron por lo que cada cual, independientemente de sus gustos o disgustos íntimos con respecto a las corridas de toros, creyó que le sería más conveniente frente a sus electores: parecer catalán o no parecerlo. Había que pronunciarse en torno a si la llamada “fiesta nacional” (implícitamente: fiesta nacional española) puede ser admitida también como fiesta catalana. O no. Y resultó que no.
Esta prohibición de las corridas por el Parlamento catalán marca un hito en la historia. No en la de los toros, que han sido prohibidos por autoridades tan disímiles como los Papas de Roma y los primeros Borbones de España, los senadores norteamericanos – que los prohibieron en Cuba cuando esta se “independizó” – , y los leguleyos franceses de principios del siglo XX, que los prohibieron por razones geográficas: aquí sí, aquí no, allí sí, acullá no. Los toros ahí siguen, y seguirán hasta que los abandone el público. En donde la prohibición catalana marca un hito es en la historia de Cataluña, que con ella entra en el club de los prohibicionistas. Como si hubieran hecho suya la reflexión del escritor Ramón Pérez de Ayala, a principios del siglo XX: –Me encantan los toros. Pero si fuera ministro, los prohibiría.
No existe nada más español –racialmente español, como dirían los nacionalistas españoles– que esa doble ambición: prohibir y ser ministro.
Así que los prohibicionistas catalanes acaban de consagrarse como verdaderos imperialistas españoles: en cuanto tienen autoridad, la usan para prohibir. No lo hubiera hecho más castizamente ni siquiera Felipe II.
Ana M. Lugo
Estimados amigos y amigas:
En España hay una gran mayoría de ciudadanos que se define "apolítico" pero a la hora de la verdad "todo se politiza" en este País, creo que flaco favor hacemos cuando le buscamos la vuelta a cualquier decisión que democráticamente y en virtud de sus competencias toma cualquier Autonomía.
Creo que he dejado clara cual es mi posición personal referente a esta polémica absurda de "los toros" y ante cualquier prohibición, pero creo que hay que aclarar que esta iniciativa que se ha votado en el Parlamento Catalán no ha sido promovida por ningún grupo político, ha sido una INICIATIVA POPULAR, la cual la contempla la Constitución, se necesitan un mínimo de 500.000 firmas si es a nivel nacional, que puede variar según las Comunidades Autónomas ademas de todos los tramites administrativos previos, ¿se imaginan cuantas personas han dejado sus datos y su firma?, parece un poco descabellado pensar que todos son de un color político o de otro, ese es el análisis interesado que ahora algún político o partido político le interesa hacer para seguir manteniendo el "enfrentamiento catalán", como he dicho, Canarias ya los prohibió y ningún partido político ni sus voceros mediaticos, nos llevaron a este debate interesado de ahora, nacionalismos de un lado o de otro.
Un saludo
Gloria Calero
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