viernes, 3 de diciembre de 2010

1964. JORGE LUIS BORGES.

Estimados amigos y amigas:
Siempre viene bien hacer un alto en el camino, este fin de semana "largo" puede servir para ello, REIR... AMAR... SOÑAR... como ya hablamos en otra ocasión DESPEINAROS... DISFRUTAR






Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.


SER FELICES. Buen fin de semana
Gloria Calero

4 comentarios:

Manuel Ramón Ortiz dijo...

Se lo ha presentado como uno de los eruditos más grandes del siglo XX, lo cual no impide que la lectura de sus escritos suscite momentos de viva emoción o de simple distracción. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrece tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece -a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía- una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal.2
Ciego a los 55 años, personaje polémico, con posturas políticas que le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años, Borges siempre soñó con que la posteridad le perdonara sus errores y le concediera la gloria de que se lo recordase por sus mejores textos.
saludos
Prof Manuel Ramón Ortiz

Maribel Mena Callao dijo...

La fama de Borges se basa en sus ficciones, las mejores de las cuales no pasan de doce-quince páginas. También fue un poeta notable, pero debemos considerar a Borges en primera instancia como un ensayista de genio a la manera de sus más auténticos precursores, el crítico romántico inglés Thomas De Quincey (1785-1859) y el peón intelectual inglés y hombre de letras Gilbert Keith Chesterton (1874-1936). Aquí me centraré principalmente en ellos, pues en otras ocasiones me he ocupado de sus cuentos, en especial Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, La muerte y la brújula, El inmortal, Los teólogos y El Aleph.

Como el poeta portugués Fernando Pessoa, Borges se crió hablando y leyendo inglés y se dice que leyó El Quijote por primera vez en inglés. Desde el comienzo no hacía muchas distinciones entre la lectura como una especie de reescritura y la escritura misma. Aunque su biógrafo Emir Rodríguez Monegal lo relaciona con aquellos escritores que abiertamente convierten a sus lectores en coautores (Rabelais, Cervantes, Sterne), creo que De Quincey —en quien es prácticamente imposible distinguir la lectura del plagio y de la reescritura— le dio al joven Borges el impulso inicial para que mezclara la parodia, la traducción, los sueños y las pesadillas y la crítica literaria en esos "textos de no ficción" que hoy consideramos estrictamente borgeanos.
saludos

Maribel Mena Callao

Manuel Camaño Torrens dijo...

En el ensayo La esfera de Pascal Borges ha historiado las aventuras de esa metáfora que ve el mundo como una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna ; en el cuento dice "La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible; queda así definido un orden que por infinito es impenetrable. Ese orden - o desorden - se organiza a manera de laberinto que Borges, sin nombrar, describe, diseñando una estructura de caja china que sugiere lo infinito: "A cada uno de los muros de cada hexágono (y el número de hexágonos es indefinido y tal vez infinito) corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página de cuarenta renglones, cada renglón, de unas ochenta letras de color negro"(F.86). Pero el carácter caótico de la Biblioteca está más claramente definido a través de esa idea de Kurd Lasswitz, según la cual veinticinco símbolos en sus variaciones con repetición abarcan todo lo que es dable expresar, organizando el azar y eliminando la inteligencia; pero, agrega Borges, "por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias" Dos conclusiones se desprenden de esta comprobación: primero, que la Biblioteca es total, y segundo, la naturaleza informe y caótica de todos los libros

Manuel Camaño Torrens

Valentin Moura González dijo...

Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo,

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara.
Jorge Luis Borges