sábado, 10 de septiembre de 2011

11S: LO QUE ES CAPAZ DE HACER EL SER HUMANO, NOSOTROS.


Estimados amigos y amigas:
Diez años de un atentado que entre las más variadas conclusiones y la toma de distintas decisiones políticas, dejó en evidencia de lo que somos capaces de hacer los humanos. Cuando la razón de la sin razón se ven contaminadas por los fanatismos de cualquier origen.
Sólo la paz multiplica y reproduce la paz.
Que el recuerdo de este atentado atroz, nos sirva para poner por delante de toda realidad los esfuerzos de concordia, conciliación, integración, diálogo, inteligencia… PAZ.

Un saludo
Gloria Calero

2 comentarios:

Mariano Anzúa dijo...

Se puede criticar a Rubalcaba por el sentido de la oportunidad. A buenas horas, que diría mi abuela. El esprínter recupera un impuesto de Patrimonio para los más ricos –ese mismo gravamen que el PSOE enterró–, en la recta final de la legislatura, cuando será Rajoy quien presumiblemente gane las elecciones y cuando al PP le bastará con otro decreto ley para tumbar lo que ahora levante, tarde y mal, el Gobierno socialista. Pero hay algo que agradecer a la campaña de Rubalcaba: que por fin en España se hable de impuestos, ese tabú. “A lo largo de la década de 2000 hemos perdido, por sucesivas bajadas de impuestos, 28.000 millones al año, en cifras constantes. Visto en perspectiva, es evidente que es un error”, admitió ayer el candidato socialista en una entrevista en El País. Es una autocrítica terrible: 28.000 millones de euros anuales, por entendernos, es el doble de lo que se ahorró con el tijeretazo de mayo de 2010 que rebajó los sueldos de los funcionarios o congeló las pensiones para hacer “sostenibles” las cuentas públicas.

Aunque lo peor no es el cuánto, sino el cómo. Esos 28.000 millones anuales de los que habla Rubalcaba han beneficiado mayoritariamente a las clases altas, frente a las clases medias y bajas. Han sido los más ricos, ahora tan mentados, quienes porcentualmente más han ganado con las progresivas reformas fiscales de Aznar y Zapatero. Hoy pagan menos que nunca en uno de los países con menor presión fiscal de toda Europa. “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”, dice la Constitución, ese texto semisólido, de rigidez variable, que sólo es sagrado a ratos.

saludos
Mariano Anzúa

Barcelona

Iker Mañas dijo...

No hay duda del efecto de los atentados. Para centrarnos en los tres países más afectados, digamos que Afganistán apenas sobrevive, Irak está devastado y Pakistán se acerca a un desastre que podría ser catastrófico. El 10 de mayo de 2011, el presunto cerebro de ese crimen, Osama bin Laden, fue asesinado en Pakistán. Las consecuencias más inmediatas y significativas también han ocurrido en Pakistán. Se ha hablado mucho del malestar de Washington por que Pakistán no le entregara a Bin Laden. Pero se ha hablado menos de la rabia de los paquistaníes por que EEUU invadiera su territorio para llevar a cabo un asesinato político. El fervor antiestadounidense ya se había intensificado en Pakistán y esos eventos lo atizaron aún más.

Uno de los principales especialistas en Pakistán, el historiador militar británico Anatol Lieven, escribió en la edición de febrero de The Nation Interest que la guerra en Afganistán estaba “desestabilizando y radicalizando Pakistán, lo que podría causar una catástrofe política para EEUU –y el mundo entero– que empequeñecería cualquier otra cosa que pudiera suceder en Afganistán”.

En todos los niveles de la sociedad, señala Lieven, los paquistaníes simpatizan de manera abrumadora con los talibanes afganos, no porque los quieran, sino porque “los talibanes son considerados una fuerza legítima de resistencia contra la ocupación extranjera del país”, tal como eran percibidos los muyahidines afganos que lucharon contra la ocupación soviética en los años ochenta.

Estos sentimientos son compartidos por la jerarquía militar de Pakistán, que resiente amargamente las presiones estadounidenses para que se sacrifique en nombre de la guerra de Washington contra los talibanes. Más amargura les producen los ataques terroristas (la guerra de aviones no tripulados) de EEUU dentro de Pakistán, cuya frecuencia ha aumentado con el presidente Barack Obama, y la exigencia de EEUU de que el Ejército paquistaní lleve la guerra de Washington hacia las zonas tribales de Pakistán, a las que siempre se había dejado en paz, incluso durante el dominio británico.

Las fuerzas armadas son una institución estable de Pakistán y mantienen unido al país. Las acciones de EEUU podrían “provocar el amotinamiento de algunos sectores de las fuerzas armadas”, advierte Lieven, en cuyo caso “el Estado paquistaní se derrumbaría efectivamente muy pronto, con todos los desastres que ello implicaría”.

Los posibles desastres se refuerzan drásticamente por su arsenal de armas nucleares, enorme y en rápida expansión, y por el sustancial movimiento yihadista que existe en el país.

Todo esto es legado del Gobierno de Ronald Reagan. Los funcionarios de esa época pretendieron que no sabían que Zia ul-Haq, el más despiadado de los dictadores militares de Pakistán pero favorito de Washington, estaba desarrollando armas nucleares y realizando un programa de islamización radical de Pakistán con financiación saudí.

La catástrofe que acecha en el fondo es que se combinen esas dos herencias y que los yihadistas le pongan la mano encima a los materiales de fisión. Así, podríamos ver armas nucleares, muy probablemente bombas sucias, explotando en Londres y Nueva York.

Lieven resume: “Soldados estadounidenses y británicos, en efecto, están muriendo en Afganistán a fin de que el mundo sea más peligroso para los pueblos británico y estadounidense”.

Con toda seguridad, Washington entiende que las operaciones que realiza en lo que se ha dado en llamar Afpak –Afganistán y Pakistán– podrían desestabilizar y radicalizar a Pakistán.

Los documentos de WikiLeaks más significativos que se han publicado hasta ahora son los cables de la embajadora estadounidense en Islamabad Anne Patterson, quien apoya las acciones de EEUU en Afpak, pero advierte que “podrían desestabilizar el Estado paquistaní, ganarse la antipatía tanto del Gobierno civil como de la jerarquía militar y provocar una amplia crisis de gobernabilidad”.

Iker Mañas