viernes, 9 de marzo de 2012

HE COMETIDO EL PEOR DE LOS PECADOS... BORJES



He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.


Buen fin de semana
Gloria Calero

4 comentarios:

Javi Montpuig dijo...

Hasta que el ministro de Justicia se puso estupendo en el Congreso, relacionar violencia de género y aborto era algo que solo decía en público el locuaz arzobispo de Granada; el mismo que compara la ley de plazos con un genocidio. Alberto Ruiz-Gallardón nunca ha sido un progre, pero siempre ha medido muy bien sus palabras para cuidar esa imagen de verso suelto, de conservador a la europea, de derecha moderada. ¿Por qué se mete ahora en ese jardín como una tuneladora en una cacharrería? ¿Ha sido una torpeza infinita o es un giro intencionado? Más bien lo segundo, piensan en su propio partido.

Desde el PP hay quien cree que Gallardón está virando su discurso aún más hacia la derecha (desde la derecha) de forma muy consciente y calculada, como parte de una estrategia perfectamente medida. No ha tropezado: se está tirando a la piscina. El exacalde de Madrid aspira a más que ministro de Justicia. Soñaba con el Ministerio de Defensa hasta que el rey decidió colocar allí a un hombre de su confianza, a Pedro Morenés. De saque, en el primer Gobierno de Rajoy, Gallardón no ha tenido las mejores cartas. Su cartera no es de las que dan titulares, pero la está exprimiendo para sacar de ella todo el jugo político posible, para recolocarse ideológicamente dentro de la línea dominante en su partido. Para intentar en la primera crisis de Gobierno el ascenso a una vicepresidencia.

La estrategia, de momento, le está funcionando. Ayer consiguió dos cosas: el respaldo unánime de los suyos (nada como el ataque exterior para apretar las filas) y que en el día en que la reforma laboral se votó en el Congreso, los medios nos pasásemos la jornada hablando de su “violencia estructural”, del aborto y del sexo de los ángeles.
saludos
Javi Montpuig

Luz María Espinosa dijo...

No servirá para nada, no es la solución, no hay razones, pero sigue siendo la gran y temida bicha.
Huelga decir…, se dice comúnmente, pero lo dicen tras decir que huelga decirlo. Huelga la huelga, pero la temen, porque es la gran preocupación gubernamental frente a la soberbia de Rajoy, para comprobar su cadencia democrática.
Ni siquiera han respetado los 100 días de cortesía. Efectivamente, ¿para qué y por qué se habrían de respetar esos estúpidos 100 días cuando dentro de ellos el Gobierno toma la medida que más ha lastimado nunca a los ciudadanos? Amén de que obedece a convocatoria de los sindicatos “mafiosos”, y la supuesta cortesía solo la debería la oposición política parlamentaria.
No es el momento. ¿Cuándo es, pues, el momento, a juicio de los señores del Gobierno y los medios de comunicación que le jalean y ensalzan? Nunca es buen momento para una huelga, pero especialmente en tiempo de crisis tan dura. ¿O sea que es mejor esperar a que no haya crisis para convocarla y que entonces efectivamente no sirva para nada? Su tesis tomista choca con la lógica cartesiana.
Daña la imagen de España, dicen las patriotas Santamaría y Cospedal. Lo que realmente daña la imagen de España es que ahora se constituyan ustedes en el país más inmoral e injusto de Europa, el más regresivo, y recuperen ustedes las fernandinas cadenas económicas. Lo que verdaderamente daña la imagen de España es que la conviertan ustedes en un país de pordioseros y cristianas caridades.
¿Cuál es el momento?, díganlo, por favor. Yo se lo diré: Nunca. Por eso quieren, y lo harán, limitar el derecho de huelga. Por eso anatemizan a los sindicatos entre ustedes y sus secuaces mediáticos y ciudadanos obsesos. Hasta el otrora progresista y espejo de la primera democracia diario El País, ahora norteamericanizado, racanea con la conveniencia del momento. Por eso ya en verano su señor Montoro propugnaba que en estos tiempos era procedente la prohibición de huelgas generales.

saludos
Luz María Espinosa

Sofía Vega dijo...

Pertenezco a una generación de mujeres que supuso un salto cualitativo espectacular en derechos y libertades respecto a las generaciones anteriores. Lo que para nuestras madres fue una época oscura para nosotras fue el renacer de la luz. Poco a poco hemos ido consiguiendo cada vez más puestos de responsabilidad; más libertad para tomar nuestras propias decisiones y más independencia. Sin embargo todavía nos queda mucho camino por recorrer. La brecha salarial en el mismo puesto de trabajo entre hombres y mujeres roza el 15 por ciento. Es decir: por desempeñar un mismo puesto en una empresa un hombre cobra un quince por ciento más que una mujer.
Todavía hay mujeres que para acceder a un puesto de trabajo, además de su capacidad y su currículum, tienen que responder a preguntas como "¿Tienes pareja?" o "¿Piensas tener hijos?". Fue justo lo que preguntaron hace un mes a mi joven amiga Toñi después de haber superado varias pruebas de aptitud para un puesto de trabajo. Por supuesto a sus competidores varones no se las formularon.
Me dicen profesores de varias universidades, con los que he hablado estos días, que las estudiantes son las que obtienen mejores calificaciones ocupando en prácticamente todas las especialidades los primeros puestos de sus promociones. En una sociedad justa, esto querría decir que dentro de diez años, tiempo prudencial para posicionarse en el mercado laboral de forma más o menos estable, serán mujeres las que ocupen los puestos de máxima responsabilidad de las empresas. Permítanme que lo dude. Sigue habiendo una especie de barrera invisible que dificulta el acceso de las mujeres a estos puestos. En Europa ya hay voces que claman por el regreso de la paridad obligatoria como solución a esta disfunción laboral. No me gusta que se obligue a nadie, ni empresas ni administraciones ni partidos políticos, ni organizaciones de ningún tipo a que sitúen el mismo número de mujeres que de hombres en puestos directivos o de toma de decisiones. Creo que esos puestos deben estar en manos de las personas más preparadas y con mejor capacidad para desempeñarlos, independientemente de su sexo. Pero me cuesta creer que con varias generaciones de mujeres sobradamente preparadas esta proporcionalidad no llegue por si misma y esto me lleva a pensar que a lo mejor conviene "forzarla" un poco por la vía de la cuotas

Sofía Vega

Manuela Capdevilla dijo...

entonces llega Gallardón, que de centrista angélico transita aceleradamente a cínico sin fronteras, y anuncia las reformas de la ley que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo en determinadas situaciones, diciendo que el aborto es una muestra de violencia estructural de género. Reconozco que me cuesta criticar esta idea, porque sólo se puede someter a juicio aquellas en las que hay alguna lógica, algún atisbo de racionalidad. Y no es el caso. A lo más que llego es a interpretar que ha puesto al servicio del clericalismo un barroquismo argumental digno de otras épocas cotrarreformistas. Y, al hacerlo, subraya que la denostada "ideología de género" no sólo tiene plena vigencia, sino que es, ante todo, una ideología de género masculino, que sigue irradiando un presunto "sentido común" que, en este caso, pasa por mostrarse paternal con la mujer hasta el punto de facilitar que pueda ir a la cárcel, para que aprenda lo que le conviene. Su alusión a la maternidad me recuerda a la de los obispos franceses que, tras la Guerra Franco-Prusiana, echaron la culpa de la derrota a las mujeres que se negaban a tener muchos hijos, pues a la patria le faltaban hombres dispuestos a desangrarse en el campo de batalla. Y es que cualquier apelación abstracta a la maternidad -lo más "natural" del mundo- es también irracional, y aberrante si sale de la boca del miembro de un Gobierno que aprueba una reforma laboral que deteriorará aún más la convivencia familiar y empeorando la situación de la mujer en el mercado de trabajo.
Y todo esto sucede en la semana del Día de la Mujer. No es que haya un complot. No es necesario: lo que pasa es que otro efecto de la crisis es que la sociedad se vuelve más cobarde, demanda menos alteraciones en sistemas heredados de seguridad ideológica, aunque ello suponga más inseguridad real, más insolidaridad. A muchos, en estas circunstancias, les reconforta afirmar su poder frente a los débiles. Y las mujeres, cuando avisan cada 8 de marzo de sus reivindicaciones, siguen siendo un sector subalterno, carne de desigualdad. Piden la voz y la palabra y se les regalan flores. Pero no es lo mismo.

saludos

Manuela Capdevilla