miércoles, 4 de abril de 2012

AMNISTÍA A LOS CORRUPTOS


Estimados amigos y amigas:
Les tengo que decir que cuando este gobierno anuncio la Ley de Transparencia, NO ME LO CREÍ a la vista de la trayectoria de los miembros del gobierno, de la actitud del PP donde gobierna y del propio Rajoy, con ruedas de prensa sin preguntas, con sus evasivas respuestas ante cualquier tema o sus ausencias en momentos complicados para el país o para su partido. Pensaba y pienso que como siempre dicen una cosa y hacen todo lo contrario y… la primera en la frente, ANMISTIA FISCAL para los que NOS ENGAÑAN, para los QUE NOS HACEN TRAMPAS, para los mas EGOISTAS, para los que les IMPORTA UN PIMIENTO EL CRECIMIENTO Y DESARROYO DE SU PAÍS, para los CORRUPTOS.
Según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español, el 72% del fraude fiscal en España lo realizan las grandes fortunas, las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al año y la banca. Este 72% representan 64.000 millones de euros; cantidad equivalente a todos los recortes que está haciendo el Estado español.
RAJOY MIENTE cuando asegura luchar contra el fraude, en los presupuestos que termina de presentar hay un recorte importante del 4,8% a la Agencia Tributaria que lucha contra los que colectivamente NOS ESTAFAN.
RAJOY MIENTE cuando nos dice que son unos presupuestos “justos, razonables y equitativos” MEN-TI-RA
Estos presupuestos a la gran mayoria de ciudadanos y ciudadanas, nos quitan derechos, prestaciones, servicios y dinero, nos recortan en prestaciones sanitarias, en educación, en becas, en prestaciones sociales… y nos suben el precio de TODO. Pero a los amiguitos del alma de Rajoy, los corruptos, a estos con este presupuesto les da oxigeno con una anmistia fiscal para intentar recuperar 2.500 millones de euros ¡cuanta mentira! esto es lo que hace este gobierno.
En la mitología griega había un personaje llamado Procusto que invitaba a sus convidados a dormir en una cama que tenía la peculiaridad de que sólo admitía a personas que se adaptarán exactamente a ella. Para asegurarse Procusto que cupiesen, tenía la “desagradable” costumbre de cortar brazos, piernas y cabezas para lograr las dimensiones necesarias. Y… así estamos, ante la cama de PROCUSTO con Rajoy al frente, donde el Estado de Bienestar NO CABE y si es necesario recortar, cortar, dejar gente en la calle, recortar derechos y garantias para que se sigan salvando unos cuantos, se hace y a otra cosa mariposa.
Y… esto amigos y amigas NO ES POR LA CRISIS, esto es porque estamos ante UN CAMBIO DE MODELO DE SOCIEDAD planificado por “el PODER ECONOMICO” con el apoyo de las politicas neoliberales de toda la derecha europea. Cada día estamos mas cerca del modelo chino y cuando colectivamente nos demos cuenta, si no hacemos una revolución es porque ya es demasiado tarde.

Un saludo
Gloria Calero

4 comentarios:

Blas Camaño dijo...

Mientras estaba en la oposición, Rajoy recordaba a la esfinge. Tan ambiguo era que no sabíamos si era amante del buen rollo o un depredador que sesteaba para tranquilizar al electorado. José Luis Álvarez lo recordaba ayer: la fijación del presidente es el control del tiempo político. No sólo evita actuar en caliente: enfría los problemas hasta su hipercongelación. Rajoy huye de la temperatura de las cosas, generalmente tórrida, y, superado el momento crítico, empieza a proyectar frío sobre el problema dado, procurando no enfrentarse a la realidad sino que la realidad deje de crearle problemas. Congelando los conflictos y problemas, consiguió Rajoy sus tres grandes éxitos: sustituir a Aznar (dándole a entender una continuidad de mayordomía); resfriar a la oposición interna; y obtener la mayoría absoluta limitándose a esperar que el cadáver de Zapatero, triturado por la crisis, pasara por delante de su puerta.

El problema es que, desde que manda, el frío de Rajoy no enfría. Creyó que podía dejar los presupuestos del Estado en el congelador para después de las elecciones andaluzas, pero mosqueó a los gestores de Europa y no pudo conquistar el feudo de los socialistas. Por si fuera poco, desde entonces los mercados le han castigado (mejor dicho: han castigado ferozmente a nuestra deuda). Los presupuestos de Rajoy han dejado un paisaje francamente decepcionante. Para no irritar a los funcionarios del Estado, ha creado de facto agravios comparativos con los funcionarios autonómicos. Y en lugar de recortar los excesos del pasado, estrangula el futuro: recorta en I+D, en investigación, en becas, en fomento de la exportación y en aquellas infraestructuras que podrían contribuir a desarrollar la economía.

Diríase que Rajoy prefiere continuar la senda populista de Zapatero. Arbitrariedad, diferencias en el reparto de los costes, gastos inexplicables, trucos de contabilidad para desviar el recorte del Estado a las autonomías... La peronización de la política española sigue siendo el gran peligro: un jacobinismo retórico que no desarrolla a las regiones pobres, pero estrangula a las ricas.

España está en el punto de mira de los mercados. A este paso, nuestra economía se hunde. De nuevo, como si Zapatero no se hubiera ido, necesitamos una mano europea milagrosa. La falta de responsabilidad y diligencia de Rajoy han quedado en evidencia. Una cosa es la politizada gestión de tu propio tiempo y otra muy distinta es el ritmo que exige la realidad. También está quedando en evidencia la descripción que Rajoy hizo de la crisis. Si era hija de la inconsistencia de Zapatero, lógico era esperar que la llegada del PP fuera mano de santo. Pero la deuda y la burbuja eran españolas por los cuatros costados, no sólo por el flanco socialista: la cruda realidad lo confirma. Lo más inquietante de este momento es que Rajoy y Zapatero, tan distintos de aspecto y discurso, se parecen hoy más que ayer, pero quizás menos que mañana.
Saludos.
Siempre sigo su Blog, discrepando.

Blas Camaño

Miguel Cavas dijo...

La situación en Grecia es imprevisible, ya me lo habían dicho. Un jubilado se pegó un tiro ayer en Syntagma, en frente del parlamento. A las 6 de la tarde, un pequeño grupo de personas se acercaba al árbol donde se había producido el suicidio, y empezaron a dejar velas, mensajes de apoyo y de denuncia. “No es un suicidio, es un asesinato político” decía uno de ellos. A las 9 de la noche, ya eran miles de personas las que se acercaban al parlamento, dibujaban flechas con las velas en el suelo apuntando al gobierno; los más viejos se enfrentaban verbalmente, a pecho descubierto, sin armas y a un palmo de la cara de los policías que protegían el parlamento; los más jóvenes se ponían bastante más lejos y, tapados con capuchas y pañuelos, tiraban piedras, naranjas, cócteles molotov. La policía empezó a lanzar gases lacrimógenos y también algunas piedras; todos se echaron a correr, menos unos pocos que empezaron a entrelazarse con los brazos y a decir que no se iban de allí. La cosa funcionó y, poco a poco, fueron volviendo los demás; pero empezó de nuevo la guerra y esta vez hubo dispersión general. La mayoría salió corriendo por las calles adyacentes, otros nos quedamos al lado de aquel árbol, donde se seguían poniendo velas y mensajes, rodeados de gases, fuego, heridos… En un rincón de la plaza se había improvisado un pequeño puesto de ayuda sanitaria, y algunos de los médicos fueron a ayudar a una chica que estaba herida, pero la policía hizo un círculo alrededor de ella para que no entrara nadie a ayudarla. Sin ninguna razón, como los gatos que juegan con un pequeño ratón: puro sadismo. El árbol era una isla de silencio a la que llegaban, de vez en cuando, náufragos que gritaban de rabia y después volvían a lanzarse a la batalla. Esto es lo de siempre, decían muchos. Pocos creían que fuera el principio de algo más. Se ponían la venda antes de la herida, por no sufrir otra decepción. Habían visto tantas cosas en tres años, cuando parecía que todo iba a cambiar. Y cuando ha cambiado, ha sido siempre para mal. Es lo de siempre, decían, pero casi todos volvían a estar aquí, en Syntagma, después de tanto tiempo, y se le veía a veces un pequeño brillo de emoción en los ojos.

“¿Quién será la próxima víctima?”, decía otro de los mensajes colgados del árbol. No es una frase retórica: en solo tres años, la tasa de suicidios en Grecia ha pasado de ser la más baja a la más alta de Europa. Lo primero que escucharon unos amigos españoles al llegar a Atenas fueron los gritos de una pareja que amenazaba con tirarse por la ventana si el gobierno no negociaba con ellos su deuda. Un día pregunté a una mujer que ayudaba a servir en una cocina popular: “¿y vais a seguir haciendo esto así durante mucho tiempo?” Y su respuesta fue: “Hasta que podamos. Ves esta pequeña línea (señaló una cuerda que unía varios árboles hasta hacer un cuadrilátero). No sabemos cuándo la vamos a pasar. Ahora estamos dentro, repartiendo comida. Mañana, tal vez estemos fuera.” Y se emocionó y lloró. Y pidió perdón “por ser tan tonta”. Pero remató: “La gente tiene que enterarse de que no es un problema de Grecia. Es un problema de todos. Todos somos parte del problema, todos debemos ser parte de la solución. Espero que algún día nos demos cuenta”.
saludos

Miguel Cavas

Ana de la Vega dijo...

La Real Academia Española recoge el término “amnistía” como “olvido legal de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores”. Si este significado se aplica a la economía, el resultado es la llamada ‘amnistía fiscal’, es decir, una medida excepcional que adoptan los gobiernos en épocas de crisis en virtud de la cual perdonan a aquéllos que han cometido infracciones o delitos relativos al fisco. Tanto en lo que respecta a los que practican la economía sumergida que, según la Fundación de las Cajas de Ahorro, se cifra en el 24% del PIB de España, como para los que sacan sus grandes capitales fuera de país para evadir impuesto. La OCDE calcula que el 13% del PIB mundial se encuentra en paraísos fiscales, esto es, entre cinco y siete billones de dólares. El objetivo es hacer que aflore el dinero negro o que vuelva a España.

En la historia de la democracia española, se ha aprobado dos veces la amnistía fiscal y, en los dos casos, la ha aplicado un gobierno socialita. La primera vez fue en 1984, con Miguel Boyer al frente del ministerio de Economía. Boyer endureció las leyes contra los evasores de impuestos y, al mismo tiempo, concedió ‘el perdón’ al permitir que todos los que tenían ocultas sus actividades pudieran comprar pagarés del Tesoro Público, sin ninguna penalización fiscal y pudiendo salvaguardar el anonimato.

La segunda vez fue en 1991, con Carlos Solchaga como titular de la cartera de Hacienda. En esta ocasión, la amnistía consistió en permitir que los infractores compraran deuda pública con dinero negro con un tipo de interés inferior al del mercado. El indulto no funcionó como el Gobierno de Felipe González esperaba y tuvieron que subir el IVA en los Presupuestos Generales de 1992, además de advertir de que no se volvería a conceder el perdón fiscal.

Ahora, más de veinte años después de la aprobación de la primera amnistía fiscal, con una crisis económica y financiera que deja cinco millones de parados, una deuda pública que puede alcanzar el 74,3% del PIB en 2012 y unas arcas del Estado casi vacías, se vuelve a plantear la pregunta: ¿Es la amnistía fiscal la solución?, ¿volverían a España todos los millones que los grandes capitales tienen en los paraísos fiscales si se perdona a los evasores de impuestos?

Durante la campaña electoral, tanto PSOE como PP dijeron tener voluntad de luchar contra el fraude fiscal, pero no hablaron, en ningún caso, de la amnistía. Mariano Rajoy apuntó que ampliaría la base de contribuyentes, mientras que Alfredo Pérez Rubalcaba prometió la creación de la Oficina para Combatir el Fraude Fiscal e imponer sanciones ejemplarizantes a aquéllos que defrauden. Entonces, ninguno se mostraba a favor de perdonar delitos para que el dinero que está fuera de España vuelva a nuestras fronteras. No obstante, las circunstancias han debido de cambiar. La crisis se recrudece por minutos, y ante esta realidad, al Gobierno de Rajoy no le ha quedado más remedio que actuar y sumarse al carro de la amnistía fiscal, como ya han hecho otros países de nuestro entorno.

saludos

Ana de la Vega

Mauri Cospedal dijo...

Según los técnicos de Hacienda (Gestha) se evaden 78.000 millones de euros, de los cuales casi el 75% son defraudados por las grandes empresas y corporaciones. Ante esto: tolerancia cero, lo que se debe hacer es poner todos los medios necesarios para perseguir el fraude fiscal y que los defraudadores respondan fiscal y judicialmente, también habría que acabar con el secreto bancario y los paraísos fiscales. Pueden hacerlo, ¿por qué no lo hacen? así, de paso, podríamos evitar los injustos recortes a los ciudadanos.

Aparte de atentar contra el derecho Constitucional de igualdad tributaria, el mero hecho de proponerlo —y más en tiempo de crisis— me parece de una indecencia superlativa.
saludos

Mauri Cospedal