Estimados amigos y amigas:
A las 4:45
de la madrugada del 18 de agosto de 1936, fusilaban a Federico García Lorca. El poeta y
dramaturgo desaparecía llevándose con él decenas de obras que nunca podrán
leerse, dejó muchas otras, que siguen siendo una lección de tolerancia y
pluralidad, en lo personal y en lo ideológico.
Lo personal y lo
ideológico fueron las armas ejecutoras que lo llevaron a una tumba. Su posición ideológica, con un uso
incomparable de la metáfora y la simbología, lo convirtió en un blanco fijo
“pintado” de rojo y por lo tanto enemigo a exterminar por el régimen.
Su
actitud personal, tras su regreso de Nueva York, convencido de la necesidad de
vivir sin máscara y mostrarse homosexual como lo era de nacimiento, “Federica”
le decían, mofándose de su manera de ser, fue otro ingrediente intolerante de
la vida social de la época.
Pero hoy, avanzado el
segundo decenio del siglo XXI, aun seguimos padeciendo los mismos prejuicios,
las mismas intolerancias y las mismas persecuciones, POR LOS HIJOS Y NIETOS DE AQUELLOS. Vemos un creciente
ahogamiento de la izquierda, de la social democracia, POR LOS HIJOS Y NIETOS DE AQUELLOS. Vemos un creciente
sentimiento irracional de homofobia o xenofobia POR LOS HIJOS Y NIETOS DE AQUELLOS. Vemos, con tristeza, que García Lorca sigue siendo un poeta tan molesto como actual, para
los enemigos de siempre, para los enemigos de la libertad y los derechos.
Un saludo
Gloria Calero
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